En el verano del '85 fue madurando la idea de trasladarse a vivir a Rosario. Pasó el verano trabajando en Necochea como mozo en un hotel, entre turistas mendocinos y Sanjuaninos. Aquellos veranos fueron una especie de boom turistico en el balneario, que vio colmada su capacidad receptiva. Las calles de la villa explotaban de gente como hacía años no se veía.
El trabajo en el hotel no era precisamente extenuante, tenía un ritmo pautado sin mucho margen de extensiones: desayuno, almuerzo y cena. Esto le permitia tener un prolongado descanso a partir de las 14 horas hasta las 19:30, en ese tiempo libre realizaba incursiones a la playa o al bosque cada vez que las condiciones climaticas proponían jornadas imperdibles.
Necochea además de ser el sitio de trabajo de los últimos veranos (desde 1983) era la ciudad en G. había nacido. En ella existían varios sitios especiales, uno de ellos el bosque. Adentrarse en él en esas horas de calor, recorriendo sombreados senderos entre la masa de coníferas, sintiéndo la suave brisa del mar, le resultaba maravilloso.Una vez hallado un sitio apropiado, recostándose sobre la hierba, sacaba del morral algunos de sus más preciados libros, y podía pasar horas en ese estado de meditación, leyendo pasajes en voz alta o permaneciendo concentrado en una idea, con los ojos cerrados.
Magníficas lecturas de Hesse ( como Narciso y Goldmundo), o la saga del chamán Don Juan, de Castaneda, eran las preferidas por aquel entonces.
La llegada a la ciudad, desde Mar del Plata, se daba próxima a las fiestas de fin de año, allí permanecía hasta fines de marzo o semana santa, aproximadamente. Era una especie de impasse de las correrias marplatenses, ya que en forma natural pasaba de un estado al otro, pudiendo facilmente adaptarse al cambio de ritmos de un día para el otro, sin sentir en lo más mínimo un corte abrupto de costumbres o rutinas.
Llegado el momento, finalizada la temporada partiría hacia Rosario, con los bolsos cargados de ilusiones. Allí Nino le había inscripto en la Universidad de Humanidades para cursar la carrera de Antropología.
A la ciudad de Rosario la conocía poco, por algunas breves escapadas, fundamentalmente a raíz del viaje al norte, realizado el año anterior junto a Ana Inés. Además allí estaba Omarcito y las hermanas Blaconá.
Pero antes de establecerse definitivamente allí realizaría una parada en Buenos Aires para saludar a los amigos de la zona Oeste.
lunes, 14 de diciembre de 2009
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