miércoles, 2 de diciembre de 2009

Hojas sedientas:

Si G. quedaba en casa era a causa de algo que en él hacía presión. El hecho de haber estado enfermo, clavado en una cama (en cuarentena), con tremendos dolores y una angustiosa desilusión: Esa caída en picada al vacío y el no sentir un fondo donde estellarse. Aunque repentinamente -luego del odio- lograra tomar una decisión: abandonar la cama, salir hasta el kiosco y pedir con determinación temperas y pinceles.

"-Primero surge una pregunta en nuestra mente, detrás de ella una posible respuesta; de golpe nuestra mente empieza a darle vueltas al asunto: entonces, la pregunta inicial se transforma en un majestuoso interrogante. Pregunta y respuesta pasan a ser mecanismos de una misma trampa -porque en definitiva- el esclarecimiento sólo llega con el silencio"-.

"-Único y magnífico silencio, eres el padre de todas las cosas. En tí (sólo en ti) se encuentra la inspiración. ¡Que placer de silencios esta noche en toda la casa!. Tan solo quedan dos cigarros turcos (¿cómo no fumarlos?)si uno tiene apenas veinticinco años y tantas memorias deseando desplegar sus alas entre estas hojas sedientas de tinta-".

"Yo quería escribir una novela, hacerlo con ruido de teclas y con hojas oficio numeradas: un orden y una labor. Pero ante todo, que no fuera como otras veces que luego de diez o doce carillas se borraran ese deseo, ese fuego interno.
Porque si este proyecto cobrara forma, hallara un estilo, sabría por lo menos que escribir es en mi una auténtica vocación. Pero en realidad... la poesía, el cine, la fotografía entre tantas otras vertientes giran a mi alrededor y hay veces en que lo quisiera todo. Por más que los libros sean tan cercanos... tanto, que parezcan ser el canal de expresión preferido-".

G. continuó con la lectura de sus viejos escritos, los recuerdos sobrevolaron en su mente otra vez: Aquella casa de Parque Luro en que vivió catorce años, ese barrio al que siempre sintió como su hogar. La proximidad de la playa, los añosos árboles y el canto de los pájaros colmaron su corazón de dulces nostalgias.
Se dijo: "-Es extraño este ejercicio de leer viejas anotaciones inconclusas...vienen a uno increíbles detalles de antiguas vivencias, hay un salto en el tiempo, repentinamente transbordamos puentes hacia detalles que creíamos perdidos, y que sin embargo al abrirse exhalan ternuras contenidas.
Es tan potente lo escrito como lo que permanece entre líneas... aquello que quedó sin decir. Desde sitios recónditos regresan sentimientos, sensaciones, emoción pura".

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