No es fácil sintetizar este tramo de vivencias, en parte por la intensidad de lo vivido, pero a la vez porque las fusiones con la gente se daban en grupos y atomizadamente. Puede recordarse la etapa con Pablo, cuando viajaban al barrio de San Telmo, para encontrarse con Miguel Grinberg en un local de la calle Humberto Primo, en planes de armar unos eventos culturales en Mar del Plata.
Recuerdos de cuando Fito Frati los llevó al Barock, a principios de los años '80 en su rol de fotógrafo de varias de las bandas, allanándoles el paso hacia bastidores.
Otro nítido momento que G. solía comentar: la seguidilla de campamentos en los bosques cercanos a las brusquitas, donde tantas veces experimentaban sus poesías descarnadas.
Un capítulo aparte ocuparía su viaje de Mochilero hacia el norte junto a Ana Inés, en el '84.
¿Podría incluírse todas esas faces en el mismo plano?. En rasgos generales él diría que sí. O quizás hacerlo nos ayude a sintetizar este relato. O tal vez, la memoria desdibujada en el tiempo haga reduccionismos simplificadores por comodidad u olvido.
De momento, dejemos aquí lo concerniente a este grupo de gente, volveremos al centro del relato de los pazadizos...
G. llevaba un bosquejo (una especie de planito),en que una línea punteada entrelazaba la Catedral, el Claustro y el apartamento del sueño, territorio onírico donde acontecieron tantas cosas, varias de ellas ni siquiera mencionadas aún...
Deberás estar atento a lo que estoy a punto de decir. Aunque no puedo hacerlo sin antes advertirte desde este preciso momento que: muchas de aquellas cosas, tienen correlatos con la realidad. Entonces lo onírico y lo material se entremezclan,cobran poderes particulares.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario