miércoles, 25 de noviembre de 2009

Aquellas páginas rasgadas decían lo siguiénte:

"Hace apenas unos meses creí poder escribir una novela, para plagarla de significados y, mediante la ficción sacar aspectos de la realidad de aquel ámbito en que transcurrieron nuestros días, donde la verdad se nos hizo hermética.
Esa idea originaria consta de todos los ingredientes para crear un mundo, al que estoy aún buscando -afiebradamente- un punto de apoyo para hecharlo a girar sobre su órbita-".

Apenas utilizando una mesa como plataforma de despegue,G. proyectaba escribir sobre aquellas circunstancias que giraron a su alrededor, pero intuyendo, imaginándo, percibiéndo que ellas habían afectado a los demás de idéntico modo.
"-Claro que siempre solemos limitar el mundo a lo que nos es esencial, aquellos a quienes uno ama y a lo que nos ha herido-".Solía explicar cuando comentaba la dura faena de la escritura entre sus amigos del bar.

Especulaba con la llegada de una claridad que le tocase y reviviera, justo cuando el mundo anunciaba la llegada del cometa Halley con su larga cola de helio. Promesa de mutaciones, símbolo ardiente de tantos deseos.

Leyendo aquellos fragmentos dispersos, una sonrisa brotó entre las comisuras de sus labios. G. rememoró aquel estado de exitación que significara el paso del cometa. Vinieron a su mente aquellas escapadas en auto, por la ruta, camino a Santa Clara del Mar.
Mirándo hacia la bóveda nocturna cargada de estrellas, junto a sus amigos: intentando divisar el fenómeno en la más absoluta oscuridad.

Prosiguió en la lectura de aquellas anotaciones por un rato... el agua de la pava comenzaba a enfriarse.
Había transcurrido un tiempo prudencial, volvió a creer que de esa idea madre saldría alguna cosa interesante. Por lo pronto -como en un ritual- continuó alimentando su fe depositándo sus energías en aquella posibilidad.

Cerró los ojos por un momento, entonces una imagen brotó en su memoria: viajaban en el auto de Chepi, el tercer acompañante era M.
Chepi (que conducía el taunus) decidió enfilar rumbo hacia parque Camet, pero raudamente sobrepasaron el G.A.D.A a toda velocidad riéndo a carcajadas; Luego de atravesar la localidad de Santa Clara, se detuvieron a un costado de la carretera.
Bajaron del rodado curiosos, buscando en el cielo rastros del cometa.
El cielo latía de estrellas y la brisa marina pegaba suavemente en sus rostros.

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