lunes, 9 de noviembre de 2009

Fiesta en la mansión:

A aquella fiesta en "Aquí vivieron" concurríó junto a M. y lo que en principio parecía ser una reunión artística de alto vuelo, resultó finalmente un baile de disfraces colmado de gente extraña, había mucha tensión en el aire. Algo fuera de lo normal ocurría allí. Al ingresar, en una especie de hall de entrada se veía una estufa hogar, a la que le habían colocado unas falsas lenguas de fuego que movían un ventilador.Un fuego de papel crepé rojizo. Unas caretas en cerámica ambientaban la sala, mientras que tiras de guirnaldas de varios colores pretendían generar un clima de diversión, sin lograrlo. Junto a la estufa hogar, un sillón, vacío.

En determinado momento surgieron discusiones en torno al grupo Aragón, o sea entre sus amigos y conocidos - a través de quienes G. había llegado allí-.
No podría decirse hoy, luego de tanto tiempo transcurrido, qué fue lo que lo insitó a huir de allí, fue un poco el hastío (esto no es la primera vez que lo comentaba), el percibir que toda aquella gente estaba psiquicamente desorbitada esa noche y que el sin sentido se estaba apoderando de las relaciones humanas. En esa decadencia, los códigos se quebraban.
De alguna forma, algo en su interior le pedía dirigir sus días en otra dirección, que buscara alivianar mi rumbo.
Su corazón sabiamente lo guió hacia proyectos más puros y un aliado le tendió sus brazos incondicionales.

-"¿Puedes ahora repasar mi sueño?, ¿puedes sopesar las fuerzas ocultas de mi alma afiebrada?, ¿ eres capaz de reconocer en medio de estas pesadillas cíclicas a Teseo decidido a vencer al minotauro?"-.

¿Hasta qué punto la fuerza del espíritu puede quebrar los hechizos? , ¿cómo dinamitar los conjuros, sino con una pureza osada hecha poesía, o hálito vital?.
Tremendas preguntas, generadas en el espíritu de G., pensadas y vueltas a repensar...
Para ello escribía en su libreta de fuego, con la finalidad de darles un esclarecimiento.
Por eso mismo trasladaba a las Cartas Alemanas sus deducciones.
Del otro lado del Océano, dentro de un reducido cubiculo R. leería apasionadamente esos escritos enviados sistemáticamente por su amigo.

"-Pero dime más, insistía al contestarle: ¿quiénes estaban allí?, ¿cuáles de los integrantes del grupo estaban discutiéndo?, ¿de qué discutían?.
En ese punto G. levantaba sus hombros y le decía: no importaba la discusión en sí, es más yo no participaba de ella. Lo que me hartó fue la escena"-.

-"Y allí estaba M. quien podía acompañarme hacia experiencias más genuinas y transparentes... por eso mismo le dije: nos vamos.
Partimos inmediatamente, ni siquiera hablamos de la fiesta.
Cruzando la esquina la vida era distinta, y era nuestra"-.

Sin embargo... diría R. (siempre con aire de detective): -¿Cómo conectas tus sueños geométricos con la Mansión?.
Ya te he dicho, respondía G. algo inquieto: quizá en forma parcial, pero en muchas de nuestras charlas, que debes tener siempre presente una visión de conjunto -La Catedral, El edificio Municipal en que alguna vez funcionó la Biblioteca, el Claustro de Santa Cecilia son enclaves fundamentales-.
Luego vienen otros edificios secundarios: como este primer departamento en el que estuvo habitando M, el de la calle 25 de mayo, o la Mansión de la fiesta (en la que dejé de frecuentar al grupo Aragón).
Dos años después M. se mudaría a otro departamento sobre la calle Mitre y Once de septiembre... sin embargo, la zona es siempre la misma, en los confines de mis sueños.
-"La relación que establezco con "Aquí vivieron" es que si bien logré desatarme de los lazos que me unían a un grupo que en otra época había sido significativo, pero ya no lo era, en mi sueño muchos de ellos regresaban a juzgarme"-.

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