"-Recuerdo claramente haber participado con Nume en algunas veladas del Petit Lion D'or, que por otra parte estaba muy cercano a su departamento de avenida Colón.
Me viene a la mente cómo supimos resolver la intriga de aquellas intempestivas peregrinaciones de Pablo Enrique y su troupe hacia la playa Bristol, en medio de la noche.Siempre nos habíamos quedado sentados, en La Pecera, con la mesa practicamente despoblada. Pasados unos veinte minutos nuestros amigos retornaban al café, alborotados y sedientos.En una de las oportunidades, yo salté como un resorte al instánte que ellos huían. Detrás mio el Nume, captó la movida y se sumó a los peregrinos.
Tan solo los seguimos sin decir nada y descubrimos un nuevo rito. Cuando volviamos de la playa, en mi walkman sonaba Disciplina, de King Crimson. Una nueva dimensión de la ciudad se presentaba ante mis ojos.
Cuando se formó el grupo no tenía éste el nombre que le he dado en mi relato, era más bien un punto de confluencia de varias vertientes humanas. La coincidencia estaba dada por la sensibilidad, en aquellas ganas de expresarnos, especialmente viniéndo todos de una tremenda época histórica y social, como lo fuera la Dictadura entre los años 1976 y 1983.
Todos nosotros crecimos entre piquetes de soldados apostados en calles céntricas o en los accesos de la ciudad. Infinidad de veces se nos pedía el Documento de identidad en controles de rutina. Llegamos al absurdo de bailar en el Club Náutico, en pistas repletas de jóvenes, con soldados apostados en posición de firmes, mientras sonaban temas de Led Zeppelin,Purple,Yes o Focus por nombrar algunos...
Para el '83, luego de la caída de Galtieri, se respiraban aires de cambio, y nosotros estábamos allí, con un proyecto en manos-".
En lo que G. describe aquí, me he detenído varias veces para analizarlo: -El hecho que me toque a mí reescribir esta esquela autobiográfica- por su expreso encargo, hace que deba determe en ella para destacar un aspecto fundamental.
Desde esa Dictadura militar que atravezó por completo sus adolescencias, a la salida de emergencia luego del desquicio de la guerra de Malvinas, todos ellos como generación se habían refugiado en la lectura y en la música. Sus inquietos espíritus se habían nutrido de ese caldo. El ámbito underground de los poetas malditos y la generación beat norteamericana convivían entre los anaqueles de sus bibliotecas pobladas de obras de Girondo,Borges, Sábato, Cortázar...
La vuelta a la democracia les olía a primavera.
jueves, 12 de noviembre de 2009
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