"-¿Cómo fue que llegué allí? ¿Cómo y cuándo pasé a formar parte del grupo Aragón?.Una pregunta que no halla una respuesta satisfactoria fácilmente. ¿A qué época remontarnos?. Debiera retroceder mentalmente a los años 1982 u 83, aproximadamente...
¿Habíamos transitado juntos alguna vez las inmediaciones del claustro?, cualquier respuesta sería siempre vaga e inconclusa, aunque bajo ninguna causa debiera pensarse por ello, que no hubiesemos compartido experiencias conjuntas, de gran peso en nuestras vidas.
Si debo marcar un sitio de encuentro definido, el más antíguo de mis recuerdos me lleva al café Petit Lión D'or, al que llamabamos "La Pecera" por ser enteramente vidriado y ubicado sobre la vereda del boulevard. Cita de un inquieto grupo de artistas y adeptos al cine; ritual de jóvenes y asiduos lectores, bohemios conspiradores de lo establecido.
Otro de los sitios imprescindibles, resultaba ser en aquel entonces "El Quijote", exquisita librería en la que se nos permitía indagar un impresionante catálogo de autores.Época de Castaneda, Artaud, "Cartas a Teo" y "El suicidado por la sociedad". Maratónicas lecturas electrizantes y una descomunal pasión por las novelas de Cortázar.
De aquel período viene mi costumbre de caminar por las calles desiertas a altas horas de la noche. Infinidad de veces atravesamos el centro y sus inmediaciones ruidosamente, en grupo, estimulados por el aire marino y sus efectos, luego de unas cervezas. Sin embargo nuestros paseos no se daban precisamente alrededor del claustro.
Varias de mis lecturas primordiales fueron producto de ese acontecimiento -el conocer a tamaños personajes de la noche-: Baudelaire y sus paraisos artificiales, las obras completas de Rimbaud, August Strindberg,la trilogía de Henry Miller que tanto me maravilló, y aquella otra de Lawrence Durrell... fantásticos libros que aún conservo en mi biblioteca, y ya se han vueltos amarillentos.
Si quisiese simbolizar hoy día a ese grupo, diría que: juntos actuabamos bajo la lógica de los cadáveres exquisitos de los poetas del surrealismo: (esas hojas plegadas en la que uno escribe una frase a continuación del anterior, con la única pista de la última palabra utilizada). Cada uno de nosotros aportabamos al conjunto, nuestras obsesiones y perspectivas... pero una vez desplegado el papel formabamos un extraño poema ya que en conjunto operabamos como un colectivo creativo-".
G. tenía en sus manos ( al momento de pensar aquello) el libro "Inferno" de Strindberg, con una dedicatoria de Dany (el librero) para su cumpleaños, en el año '83. Servía como pista: podría decirse entonces que, en aquella fecha su permanencia dentro del grupo se había consolidado. Quería decir: ya no su acercamiento intelectual hacia Pablo Enrique, sino con la totalidad de sus integrantes.
Deducía entonces que entre aquel primer acercamiento a causa de sus inquietudes de periodista alternativo y aquellas noches afiebradas en el Petit Lion D'or, transcurrió un año. Es a partir de allí que vivenciaría (en distintos momentos de su vida y en distintas formas) gratas y demenciales veladas con muchos de los integrantes de esta cofradía.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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El gran juego es irremediable; sólo se juega una vez. Nosostros queremos jugarlo en todos los instantes de nuestra vida. Y es un juego de "gana el que pierde". Pues se trata de perderse. Nosotros queremos ganar. Ahora bien, el Gran juego es un juego de azar, es decir de destreza, o mejor de "gracia": la gracia de Dios y la gracia de los gestos. Poseer la gracia es una cuestión de actitud y de talismán. Buscar la actitud favorable y el signo que fuerza los mundos es nuestra meta.
ResponderEliminarGilbert Lecomte.
(carta de G. a R., septiembre 1986)