domingo, 9 de mayo de 2010

Bajo el influjo de Harry Haller:

Esa obsesión de G. con el lobo fue contagiada rápidamente a su amigo R. ni bien éste pudo conocer aquellos acontecimiéntos. No significa éste dicho que él estaba en ese preciso instánte sabiéndo lo que ocurría en la vida de aquél. Eran para R. los dulces momentos Brasileros. Transitando en su veloz moto las carreteras que se extienden entre Rio de Janeiro y Buzios.
Ni él mismo imaginaba por entonces que en un breve lapso de tiempo, su libre albedrío colapsaría.
Incierto transmutó su rumbo, llevándolo hacia una encrucijada.
Apenas unos meses después comenzaría a recibir las cartas de G. leyéndolas desde una prisión, y en ese reducto -que fue su celda por largos años- como ocurriera una y otra vez en su vida: aquello que su amigo le narraba desde el bosque, paso a ser alimento vital y cotidiano.

No en vano, juntos habían leído en voz alta incontables veces éste y otros libros de Hesse. R. llegaría incluso a tener en su biblioteca varios volúmenes, es decir, distintas ediciones y en diferentes idiomas de aquella novela.
Además entre los años 1986 y 88 ambos estuvieron embarcados en un profundo y mágico juego de espiritus, al que llamaron "El Aleph", inspirados en Borges.

Siempre en el camino de las correspondencias , hermanados de por vida en sus ideas... gruesas y contínuas cartas viajarían, desde la torre alquímica de G. hacia Alemania, repletas de poesía y pasión creacional.

¿Quién podría por entonces tan siquiera imaginar lo que ésta febril correspondencia sería capaz de provocar?.

Laboriosos escribas relatando sus días, entrelazando lecturas, pensamientos y sueños.
Quebrando todo infortunio -incluso el de la lejanía- al desintegrar las distancias y los muros que se interponían.
¿Cómo sobrevivirían de no ser así al largo tiempo del olvido, de no haber sido tantas veces uno del otro: talismán y resguardo del peor de los naufragios?.

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