lunes, 10 de mayo de 2010

Música infernal:

-" No me es fácil recomponer la totalidad de las secuencias entre el momento en que los comenzales empezaron su retirada, pero poco a poco, la gran mayoría de los invitados se habían ido despidiéndo de aquella extrañísima velada.
Tampoco recuerdo bien cuándo y cómo fué que Dante resultara conducido por Norberto hacia su habitación, con el aparente objetivo de mostrarle unas pinturas.

Sin darme cuenta de lo que entonces pudiera suceder, yo quedé sólo con la bruja.

-¿Puedo poner un disco?, me preguntó ella cautelosamente.
Yo la observé un instánte, analizando la situación. Sumamente impresionado por su cara demencial. Y casi con desgano le contesté:
-Claro, puede usted hacerlo.

Ella se levanta y transita la distancia existente entre el sillón y el equipo de música ( que estaba junto a la ventana, al lado de la estatua faraónica de mármol).
Recorre con sus dedos rápidamente la colección de discos de vinilo y expresa complacida: - Pues aquí he hallado uno muy especial, ¡¡¡este disco es verdaderamente magnífico!!!.
Entonces lo coloca sobre la bandeja giradiscos, hechándolo a rodar.

Era una pieza musical extrañísima. En principio sonaba como una introducción de música clásica, una pieza con carácter. Pronto daba la sensación de ser una tormenta amenazadora en plena gestación. Y por último se transformaba en una fuerza oscura que rondaba al acecho sobre mis espaldas.

Comenzó ella a mirarme fíjamente a los ojos,como lo hacen las serpientes en su afán de hinoptizar a sus presas. Su voz se volvía cada vez más densa, la música entonces, se volvió infernal.

Aquella mujer comenzó a interrogarme: acerca de mi presencia en aquella velada, sobre mis inquietudes personales, sobre mi enfermedad y mi regreso de Rosario.
Yo sentía que algo me iba atrapando, algo que intuía venir del sonído de aquella música agobiante y también de sus palabras.
Ella me miraba con sus ojos helados, y desde allí emanaba un extraño poder.

Una sabiduría interna me llevó a generar los mecanísmos para contrarestarla. Comencé a atravezarla con los ojos de mi alma.
Pude hablarle decididamente de aquellas cosas en las que yo creía feacientemente.
Hablé con tranquilidad y firmeza, poniéndo todo mi ser en ello. Y a medida que lo hacía, en mi propia convicción, mi esencia se fue llenando de energía.

Entonce ví cómo sus ojos perdían esa fuerza negra, que en principio me había helado la sangre.
Noté la pérdida de todas sus intensiones ocultas.
Fué quedando como desinflada, apoltronada en ese diván, como una anciana deja correr el tiempo, descansando de sus achaques.

El disco llegó a su fín, supongo que debe haber durado entre veinte y treinta minutos.
Entonces, decidido y ya sin atisbos de temor, me levanté -tratando de parecer lo más natural posible- caminé hacia el equipo de música y lo apagué.

Al poner en movimiénto mi cuerpo tomé real conciencia de cuán cansado me hallaba. Me sentía extenuado.
Había sido una lucha terrible, pero a la vez sentía el bien brillar dentro mio. Me hallaba lleno de poder.

Era una extraña sensación: siendo consciente que había librado una gran batalla y en ella había puesto en juego todas mis fuerzas psíquicas.
Sin embargo, una certeza interna me decía que ya nada podría ocurrirme en ese sitio. Y que aquella bruja, había sido anulada, por lo menos en aquella ocasión-".

No hay comentarios:

Publicar un comentario