viernes, 7 de mayo de 2010

Un apartamento lleno de cuadros:

"- Norberto era un tipo que llamaba la atención. Su departamento quedaba apenas a dos cuadras de la terminal, en dirección hacia el mar.
Su morada no era lo que pudiera decirse un sitio común. De inmediato llamaban la atención la cantidad de objetos que la colmaban, más aún a los ojos de alguien que visitaba ese sitio por primera vez.

El dueño de la casa podía hablar en francés y pronunciar términos en inglés con corrección, leía magnificamente, sus conocimientos de de pintura y arte en general eran refinados, de todo ello daban cuenta la inmensa cantidad de cuadros y libros que colmaban paredes y anaqueles, haciéndo aún más pequeñas las habitaciones de lo que en realidad eran.

Además él escribía y llegó a enseñarme un grueso volúmen de manuscritos -que antíguas- a las que llamó: "su novela inédita".
En aquella primer visita resultó muy amable y mantuvimos los tres una interesante conversación.
Tomamos el té y hablamos bastante, llegando a tocar temas inesperados, como ejercicios de meditación y algunas cuestiones relacionadas con la parapsicología.

Si algo en él me impresionó fueron sus dotes de parapsicólogo:
Norberto vio en mí la enfermedad, mi sufrimiento, la necesidad de hallar un equilibrio desde el que recuperarme, todo esto sin que yo hubiera hecho mensión de lo reciéntemente ocurrido en Rosario.

Con sus dichos trajo imágenes de mi vida que eran claras y certeras, cosas nunca antes reveladas, eran leídas por su mente y puestas sobre la mesa.
Como era de esperar, al terminar aquella velada quedamos de acuerdo en una futura visita.

Mi intriga era tal, que estaba dispuesto a regresar prontamente a su apartamento, sin salvaguardas. Sin tan siquiera esperar que Juan Pablo me llevara"-.


Cuando G. se sentía atraído por algo o hacia alguna cosa en especial, impetuosamente, era capaz de hallar la forma de acercarse a ella. Incluso rompiendo los protocolos.
Para una segunda visita, no necesitaría ni tan siquiera pautar un día y hora, ni tampoco un intermediario.

Si algo tenía G. en mente era presentarse a la brevedad en casa de Norberto para mostrarle sus escritos y la pintura del Van Gogh rapado hecha en Fisherton.

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