jueves, 6 de mayo de 2010

Buscando una calma:

De la misma manera que se guarda ( a veces incluso sin saberlo) esos tesoros, también algunos dibujos atraviesan el tiempo a resguardo de los años.
G. siempre había dibujado.

Si se lo preguntaran a él, diría que son sólo garabatos, manchas sin valor, intentos por decir algo.
Sin embargo,en sus dibujos siempre hay un trasfondo, una pulsión, que solamente los que están verdaderamente cerca de él saben descifrar, y esa pulsión dice: " Me he hecho dibujo para romper el cascarón, para poder respirar, para pedir ayuda". Dibujos que intentan llegar donde no llegan las palabras".

No carece de valor dibujar y enseñar lo realizado cuando se tiene alrededor a verdaderos artistas, aclaraba R. al respecto.
Poniéndo como ejemplo a Ventura -un dibujante excepcional- capaz de ver más allá de todo (con su mirada de miope total) y sacar de la galera trabajos que bordeaban siempre la genialidad.

G. se atreve a dibujar y pintar donde nadie lo haría: entre una manada de creadores salvajes e inspiradísimos, imparables.
El propio R. siempre habia sabido dibujar e incluso tenido acceso a una especie de formación académica.
Su amigo Nume siempre fue una especie de niño prodigio caprichoso, a la vez que un pintor excepcional.
Fer era también un delineante. Sin embargo G. dibujaba, encendido por algo que desde dentro se burlaba de la técnica, y aún así, salía siempre de su espíritu algo que permanecía, algo con personalidad y cuerpo, capaz de trascender, una genuina expresión.

R. sabe bien que los dibujos de G. valen, como también sabe que su amigo es un pirómano empedernido, por eso (a través de décadas de mucho fuego) ha puesto a salvo esos dibujos, que G. seguramente hubiese terminado quemando.

Cuando G. pintó esos trabajos que R. conserva y custodia, escribía paralelamente su libreta de fuego, y de alguna forma, lo que expresaba su anhelo narrativo, se hace espejo en esos dibujos.
Cabe aclarar que él jamás aprendió a dibujar, y ésto aún viniéndo de una familia en la que tanto su padre como su hermano eran excelentes dibujantes.

A G. se le daba el don de la escritura como un campo más propicio de exploración, sin embargo ambas formas expresivas partían de un mismo punto: la pulsión salvaje, casi en trance, de su espíritu indómito.

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