viernes, 7 de mayo de 2010

Norberto:

Obviamente, a la segunda visita acudí sólo, llevando en una carpeta mi ensayo recién terminado y el dibujo de Van Gogh.
Toqué timbre y atendió por el portero eléctrico. Una vez ascendido a su piso por el elevador, me franqueó la entrada a su museo privado.
Fué por la tarde, y aún había buen sol.

De buenos modales, preparó un té aromático. Encendió un fósforo y lo apoyó sobre un sahumerio de ámbar.
Cortézmente me invitó a tomar asiento.

Con sus cejas arqueadas, enfatizó: -¡¡cuánta tensión hay aquí!!, ¡¡es indiscutible que a este dibujo lo has hecho desde la fiebre!! -expresó a continuación-. Permanecía con uno de sus brazos apoyado en el sillón , mientras una de sus manos sostenía el mentón, la otra, mi dibujo. -¡¡ Tu Vincent tiene una mirada perturbadora!!- prosiguió en su descripsión psíquica. ¡¡Aquí hay algo de rabia, pero no únicamente eso!!. Este ser atormentado exíge respuestas y también está dispuesto a darlas.
¡¡Por eso no es únicamente rabia, sino también solicitud de perdón!!.

Indudablemente, tu dibujo es un signo de tus días. Hay mucho trabaja para hacer conjuntamente con respecto a tu estado emocional, nos dedicaremos a las armonizaciones.

Entonces saqué de mi bolso el ensayo apenas terminado: aquel en el que nombraba a Vincent, a Gauguin, Freud, Nijinky... Tremendos artistas e intelectuales, al filo de los dos mundos, en el límite de dos épocas.
Testigos entrañables en un momento crucial.

Norberto pasó rápidamente de su faceta de vidente a la de crítico literario. Remarcó algunos términos de mi escritura, algunos conceptos, enfatizando en algunas cuestiones.
Dijo estar gratamente sorprendido de mis inquietudes artísticas, recalcándome que en todo lo escrito allí por mí, sobrevolaba una visión muy abierta y receptiva al respecto las licencias humanas que aquellos artistas, por entonces encarnaron. -"La tuya no es una visión moralizadora, sino más bien de aceptación plena de sus experiencias y expresiones, en todos los planos de la existencia"-.

Aún así, cuando yo creí que mi máximo objetivo sería obtener su apreciación y parecer sobre mi pintura y ensayo, la charla siguió su curso, desembocando en nuestros escritores más preciados y libros favoritos.

Si hablabamos de literatura, sería inevitable caer en la obra de Herman Hesse, muy especialmente en su novela: "El Lobo estepario".

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