viernes, 7 de mayo de 2010

El susurro del Vincent rapado:

Aquella primer visita, permitió la práctica de una sesión de meditación y bioenergía.
Pero lo más importante de todo (en aquel departamento lleno de libros, objetos de arte, cientos de discos de música clásica, estatuillas egipcias y antiguedades),(en ese recinto que parecía un museo diseñado en pequeña escala...) fue aquél instánte durante el que conversamos acerca de Harry Haller.

Dije: que un propósito bien definido me movería hasta allí luego de los acontecimiento que en breve pasaré a contar. Porque de aquella reunión salí tocado. Decidido a indagar más allá de los conceptos generales que Norberto había establecido sobre mi, durante su sesión de parapsicólogo.

Cuándo Norberto habló de mi enfermedad,luego de sus acertijos, yo le comenté de qué forma había logrado hacer catársis. No es que le detallé los días en Fisherton, apenas mencioné su existencia -al pasar- entre mis dichos.
Estaba yo decidido a llevar la conversación a lo concreto: hablé de un dibujo hecho talismán.

Obviamente me pidió verlo, prometiéndome que con esa lectura ampliaría su visión sobre aquel crucial momento en que me hallaba.
Fue entonces que Norberto se convirtió en una potencial consulta al oráculo.

Mi Vincent rapado tenía más cosas que decir.

El dibujo que inició mi conjuro contra la enfermedad, el que me sacara del lecho y me impulsara a arrastrar las frazadas al sol, revelaría su secreto.

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