jueves, 13 de mayo de 2010

Tras los pasos de Dante:

Localizar a Dante no fue fácil, literalmente se había esfumado. Se ausentó de nuestra ronda cotidiana de encuentro ( el círculo de fumadores de la plaza Mitre) y por dos o tres días no formó parte de la mesa de bebedores de cervezas, en el bar Dalí.

Mientras tanto G. relataba con lujo de detalles la velada de los brujos a sus acólitos y todos puntualizaban en algún aspecto, haciéndo referencias o algún chiste para quebrar la tensión, que esos relatos producían.

G. tomó el colectivo hasta la avenída Luro empalmando desde allí su viaje en dirección a la antígua terminal de trenes, desde allí caminó hasta la avenida Alvarado.

Conocía bien ese barrio,porque luego de cumplir con su servicio militar, trabajó por un tiempo en una distribuidora de envases de aluminio. Tras unas pocas cuadras arribó al "Laboratorio", tras los cristales pudo ver a Dante, ensimismado,sobre una pieza de cuero a medio trabajar.

Mantuvieron un coloquio amistoso y trivial por algunos minutos, pero ni bien estuvo lista la cebada de mates, G. llevó la conversación hacia el punto que le preocupaba.
Primeramente le preguntó a Dante qué conclusión había sacado de los temas tratados en aquella cena con los brujos.
Dante se mantuvo parco, sin agregar nada contundente a los elementales hechos ya narrados.
Entre mate y mate intentaba concentrarse en su trabajo sobre la pieza de cuero, pero su amigo G. no lo dejaba, volvía a sacar el tema aguijoneándolo con preguntas como estas: ¿ víste tú la actitud de aquella mujer? , ¿ qué impresión te causaban sus chasquidos?, ¿ sentíste aquella música infernal cuando quedé sólo con ella?, ¿ qué hacías tú mientras estabas en la otra habitación?.

- "Entonces a él no le quedó más remedio que explicar algunas de las cosas que había vivenciado en aquella velada, mientras yo libraba mi batalla con la bruja.
Aparentemente él había sido hinoptizado, o debilitado por Norberto y en aquella instancia algo que no se animaba a pronunciar le había ocurrido.
Sin dudas, ese era el motivo de su huída tempestuosa, la causa de su largo silencio y su odiosa realidad.

-¿Pero cómo Dante? , ¿ qué fué en realidad lo que pasó?, ¿de qué forma pudo él hacerte algo así?"-.
Con el rictus tenso y voz entrecortada me respondió lo siguiénte:
-Sentí que paralizaba mi cuerpo, tenía cierta conciencia de lo que me pasaría, pero no podía defenderme...

Repentinamente cambió su tono:
-¡Basta ya!, exclamó enfurecido. ¡No volveré a hablar de esta locura!. Ni volverás a preguntarme sobre éste asunto.
Obviamente que ésto queda entre nosotros. Ni se te ocurra hacer comentarios en el bar".

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